Contigo por la vida, siempre es el lema con el que se celebra este año la Jornada por la Vida. Será el sábado 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor. «Este día la Iglesia celebra el misterio de la encarnación, cuando el Verbo de Dios asumió, por amor, nuestra naturaleza humana para llevarla a su plenitud». Así lo recuerdan los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida en su Mensaje para esta Jornada.
Litúrgicamente, la Solemnidad de la Anunciación del Señor comienza este año después de la hora nona del viernes 24 de marzo, hasta la hora nona del sábado, 25 de marzo. Los obispos invitan a «acompañar la vida humana, la vida de cada persona, en todas las fases de su existencia, desde su concepción hasta su muerte natural, aumentando los cuidados cuando la vida es más vulnerable», esto es, «al inicio de la vida, los refugiados e inmigrantes, en la enfermedad mental, en la ancianidad y al final de la vida».
Conscientes de la magnitud del desafío, sin pesimismo y con la confianza de sabernos parte de un plan de amor de Dios, se invita, en primer lugar, a promover la oración por la defensa de la vida humana; en segundo lugar, el testimonio personal, con palabras y obras; en tercer lugar, el compromiso público acompañado del compromiso con las personas directamente afectadas: «Hemos de conjugar la acción institucional contra leyes injustas con la acogida de cada persona y la afirmación de su dignidad, sea cual sea su condición o situación».
La Vicaría de Familia y Vida de la Diócesis de Cartagena recuerda «la importancia de esta Jornada en la situación que estamos viviendo», así mismo se invita a toda la diócesis a «promover encuentros para rezar juntos, en cada pueblo o ciudad, según las posibilidades de cada lugar».
En la ciudad de Murcia, se realizará el rezo del Rosario por la Vida el viernes 24 a las 19:00 horas en la Catedral. A continuación se celebrará la Santa Misa en la festividad de la Anunciación.
Material descargable para la Jornada
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida «invitan a acompañar la vida humana, la vida de cada persona, en todas las fases de su existencia, desde su concepción hasta su muerte natural, aumentando los cuidados cuando la vida es más vulnerable». Y enumeran las vidas «que deben ser acompañadas».
En primer lugar, señalan «al inicio de la vida». Los obispos afirman que «plantear que eliminar una vida humana pueda ser solución para algún problema es una grave equivocación, como ocurre en el caso de un embrión o un feto en el seno de su madre». Por eso, «las leyes que promueven y amplían el supuesto "derecho al aborto" son absolutamente injustas porque “legalizan la muerte de personas inocentes e indefensas”».
Los prelados reclaman «una serena reflexión» que «vaya a las raíces del problema y busque alternativas reales para que las madres que afrontan, muchas veces en soledad, un embarazo no deseado no tengan que recurrir al aborto».
También piden acompañamiento para los refugiados e inmigrantes «que llegan a nuestras fronteras, la mayoría de las veces en condiciones tan trágicas». Recuerdan las palabras del Papa Francisco en Fratelli tutti: «Nunca se dirá que no son humanos, pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos. Es inaceptable que los cristianos compartan esta mentalidad y estas actitudes, haciendo prevalecer, a veces, ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe: la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno».
En la enfermedad mental pues ante el alarmante aumento de suicidios, especialmente entre los más jóvenes, es «un tema que merece ser considerado con hondura». Los obispos ofrecen la colaboración de la Iglesia para afrontar el tema y manifiestan su deseo de «estar cerca de los familiares y amigos de las personas que se han suicidado, acogiendo y acompañando con respeto su dolor».
En la ancianidad porque «en una sociedad del descarte y la desvinculación, los mayores siempre tienen mucho que perder» y es necesario «un planteamiento en el que las personas mayores sean protagonistas» y «crear cauces para escuchar su voz y para darles espacio en la vida de la Iglesia y de la sociedad».
Y al final de la vida, cuando la vida humana «en muchas ocasiones vuelve a ser frágil» y «la gran tentación consiste en buscar falsas vías, que pretenden eliminar el sufrimiento, cuando lo que están haciendo es acabar con la vida de la persona». Por eso, una vez más, «manifestamos nuestro rechazo a la ley que regula la eutanasia y pedimos la aprobación de una ley integral de cuidados paliativos, dotada de los recursos necesarios, para acompañar de manera verdaderamente humana a las personas en la fase final de su vida».
Los obispos continúan su mensaje aportando algunas propuestas de acción porque «el análisis realista de la situación» en lugar de «llevarnos al pesimismo» debe «comprometernos en la transformación de este mundo al cual Dios ama tanto».
En primer lugar, «conscientes de la magnitud del desafío, debemos promover la oración por la defensa de la vida humana». En segundo lugar, proponen el testimonio personal. Cada fiel cristiano está llamado a dar «testimonio del amor verdadero con palabras y con obras». En tercer lugar, exhortan a los laicos a comprometerse y acompañar a las personas que deben ser, especialmente, acompañadas.
Los prelados terminan su mensaje pidiendo a «María Santísima, Madre de la Vida, que infunda en nosotros un amor concreto y creativo para instaurar la cultura de la vida, acompañando y acogiendo a cada persona».